El acceso a los medios de difusión convencionales, garantiza la credibilidad de su funcionamiento en la cantidad de seguidores que alguien puede obtener en Internet.
Queremos tener seguidores y por eso seguimos a quienes logran tenerlos. Poner en evidencia el mecanismo de cualquier sistema implica el arduo trabajo de construir la dirección de nuestros propios caminos, aún contemplando la posibilidad de que no haya nadie allí para seguirnos.
Nuestros datos, nuestros gustos e incluso nuestro comportamiento público no indican realmente quiénes somos porque todavía es nuestro el acceso a esa información, con contraseñas que cambiamos y recordamos justo a tiempo. La imaginación hace que muchas veces lo que estamos haciendo no coincida con lo que estamos pensando. Mejoramos como desconocidos pero disimulamos cada vez mejor.
La realidad existe para que tenga sentido la imaginación.
Cada vez que alguien inventa un modo de seguirnos, encontramos otra manera de estar solos: uno de los aspectos dignos que conservamos en común.
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